martes, 22 de marzo de 2011

Crónicas: Beady Eye@La Riviera (17-03-2011)



El pasado viernes 17 de marzo la nueva banda de Liam Gallagher, Beady Eye, presentaba en directo en la Sala La Riviera de Madrid el repertorio de su primer trabajo “Different gear, still speeding”, contando como teloneros los barceloneses Stay. Asistir en días consecutivos a conciertos de Kiko Veneno y Beady Eye te hace, cuanto menos, reflexionar sobre la figura del frontman.  El nuevo grupo del menor de los hermanos Gallagher es, eminentemente eso, un gran frontman que, por mucho que les joda a bastantes, es capaz de llenar La Riviera con un disco tan cuestionable que te hace, precisamente, plantearte en qué se basa su éxito.

La palabra, el concepto, es algo así como el carisma, pero ¿realmente puede resultar tan carismático un chaval cuya principal arma es un manido repertorio de poses estudiadas y m.m.m (malos modales de manual)? La respuesta es un sí rotundo. Liam Gallagher tiene esa capacidad, tiene todavía poder suficiente para hacer que una Riviera sold out jalee constantemente su nombre durante una escasa hora, tragándose al mismo tiempo canciones sacadas de moldes, basadas en fórmulas tan repetidas que resulta difícil diferenciarlas.

Ese poder a lo John Boy de Love of Lesbian se apuntala básicamente en tres pilares. En primer lugar: el recuerdo. Durara lo que durara, el momento Oasis fue tan intensamente bueno que para muchos está justificadísimo que los Gallagher ocupen respetados puestos en listas de forma vitalicia. El mismo Liam así lo siente, como deja claro en su canción “Beatles & Stones”. Con este nuevo proyecto vuelve a quedar de manifiesto en que hermano puso Dios el talento y en cual el  magnetismo; en un mundo perfecto ambas cualidades hubiesen estado a la par y hubiésemos tenido Oasis por muchos más años. En ese cruel reparto divino puede que se encuentre también la fuente de las eternas envidias y rivalidades fraternales. Estas últimas nos conducen directamente al segundo punto fuerte de Liam: marketing eficiente.

 A falta de futuras reuniones es innegable que el amarillismo de su patria y sus ya citados modales catapultaron la fama del de Manchester. Fotos esposado, borracho y habitaciones de hotel destrozadas que supieron convertirlo en ídolo de niños mal de familias bien (segundo gran grupo entre la asistencia, después del clásico teenager-hooligan) y de niños regular de familias mal.
Como tercer pilar, pero ya reservado a seres de sensibilidad extrema, la encarnación que supone Liam Gallagher del sueño de chico de barrio que acaba siendo toda una estrella (observar la conexión con nuestros queridos Estopa de Cornellá).

Durante el concierto se fueron sucediendo los temas de “Different gear, still speeding” intercalados sólo por la artillería de pose de Liam. Utilizó en repetidas ocasiones la postura de manos a la espalada e inclinación de cabeza al cantar ya registrada a su nombre (y que no pocos artistas imitan), en ocasiones, le bastaba con pararse hierático frente al público. La multitud no sólo celebraba, rugía ante cada nuevo gesto. El resto de la banda tenía un alo de aburrimiento innegable, como si los acordes de las canciones de Beady Eye se quedaran lejos de sus capacidades musicales.

En cuanto a las novedades (y aquí volvemos inevitablemente a la contraposición con Oasis) la inclusión de teclados y el aire cercano a la música negra que adquieren en los arreglos muchos de sus temas, entre otros el single “Bring the light”, cuyas coristas nunca debieron quedarse fuera del directo y que fue uno de los pocos momentos en los que el respetable exclamó algo distinto al mero “Liam, Liam…” de casi toda la actuación.

Si te gustó Oasis, te gustaría el concierto de Beady Eye, fue divertido y provocador y la falta de consistencia o de aportación musical del disco puede suplirse fácilmente con dosis de recuerdo, sensibilidad y la personalidad de Liam Gallagher. Mucho más Liam por favor.



Por: Isabel M.

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