viernes, 11 de febrero de 2011

Crónica Delorean+Hidrogenesse. I Ciclo de Conciertos Pop&Dance. Sala Rock Kitchen, jueves 10 de febrero de 2011


Curiosa combinación de cartel en la segunda entrega del festival "por capítulos" que nos están ofreciendo desde Intromúsica en el I Ciclo de Conciertos del Pop&Dance (el club de todos los viernes en la Sala Ya'sta). Los minutos que transcurrieron hasta el asalto del escenario por Genís y Carlos, de Hidrogenesse podían emplearse distinguiendo entre el público fans de Delorean y del dúo, dos especies diferenciadas entre una amalgama más o menos homogénea de modernos reunidos en la Rock Kitchen. La sala, recién estrenada en el circuito indie, es como una hermana pequeña de la Heineken, algo incómoda y de acústica cuestionable, pero un novedoso edén con una estética agradable en la escasez de espacios madrileños.

Sobre las 21:30 horas hacían su aparición Hidrogenesse, costó ver a Carlos, más discreto en su atuendo de Puff  Daddy de Canillejas (camiseta bajo americana y super-collar de oro, gorra rapera), entre el brillo de Genís. Merece la pena detenerse en el estilismo: (muy Fabio McNamara): tocado-diadema que sería la envidia de Lady Gaga y hacía imperceptible su rostro oculto en chorrera de collares con perlas brillantes, americana de lentejuelas negras sobre "pecho lobo" sólo partido por la banda de su guitarra eléctrica, también de lentejuelas, en este caso, plateadas. Todo ésto, rematado por pantalones de mercadillo y, lo mejor, plataformas de vértigo. La de Genís es de esas poses tan auténticas que, puedes adorar u odiar, pero jamás te dejará indiferente.


Salieron con "Caballos y Ponys", de su disco dedicado a los Animalitos, pronto se metieron a gran parte de la concurrencia en el bolsillo, alimentando con altas dosis de ritmos electro las ganas generalizadas de jaleo. El ambiente de la propia sala se sumaba, creando esa sensación que confunde las diez de la noche de un jueves con la alta madrugada de un sábado. "Hidroboy" en segundo lugar, "Dos tontos muy tontos" (muchas gracias Carlos, por introducir casi todas las canciones con su título) y a por el hit, fiestón total con el cuarto tema, "Así se baila el siglo XX". Lejos de la discusión surralismo - freakismo, Hidrogenesse provocan, así en el sentido literal del verbo, pero también completándolo con muchos bailes y muchas risas. Merece la pena echar un vistazo (a lo Amelie en el cine) a las caras del público durante el concierto y ver hasta qué punto las sonrisas, cuando no las carcajadas, acompañan los versos de las canciones. ¿ Es un concierto? ¿ es un show humorístico - musical? El intenligente manejo de sintes, teclados y, en muchas menos ocasiones, guitarra, les coloca más en lo primero.



Continuaron con "Schloss", "Vuelve conmigo a Italia" y un tema nuevo, "El Artista", cuya temática sobre la dialéctica creación - millón (de euros) cobra actualidad de la mano de la polémica Ley Sinde. "Los perezosos", en octavo lugar, pusieron de manifiesto el problema de una fórmula tan edulcorada: que puede llegar a cansar. Tras una versión (que me han chivado era de Berlanga) llegó "A-68", con una onda oscura muy Columpio Asesino que encandila y "El poder de mis tejanos". Para hacer resurgir el concierto, nueva tanda de hits: "Disfraz de Tigre", la más coreada de la noche, con sus contundentes golpes de rock entre estrofa y estrofa, ("vamos a estar viviendo de esta canción todavía unos años más" se comprometió Carlos), "Eres Pc, eres Mac" y "Nada más triste que lo tuyo" se encadenaron, interrumpidas sólo por otro tema nuevo, "A los viejos", en el que aseguran honrar la edad de oro, hartos ya del "culto a la juventud" ( a lo que algún desalmado del público espetó " ¡porque ya te toca!" ).
El artista que es Genís se expandió en esa última fase del concierto, brillando especialmente en "Nada más triste..." que terminó cantando sobre uno sólo de sus imposibles tacones, con unas poses dignas de lo que probablemente es: la mejor diva del electro-glam español. Última entrada al cinismo y a su particular revisión del concepto canción-protesta con "Estafa" ("la canción que describe el mundo del rock", gracias de nuevo Carlos, por hacer tú mismo parte de la crónica) y, como despedida, concesión al romanticismo, "Échame un kiki amor", en palabras de Genís, la canción "más Delorean" de Hidrogenesse.

Un descanso suficiente para cumplir con los rigores de las nuevas normativas, visitar el baño o la barra (ésto último, lo más complicado por los elevados precios de auténtico festival) amenizado por HomeBoy y, alrededor de las 23:10, Delorean al escenario.
Lentamente Tomás (guitarra y teclados), Ekhi (voz y bajo), Unai (sintetizadores y guitarra) e Igor (batería) tomaron su lugar y sólo la espectación del público sugería la trayectoria del que es uno de los más importantes grupos de este país. El concierto comenzó con los primeros temas de su último disco Subiza, de los más celebrados, sin duda "Real Love". El aforo estaba prácticamente completo y, en favor de Delorean, apuntar de entrada que muy pocos grupos pueden hacer que se alcen tantos brazos habiendo cumplido apenas dos minutos de escenario. Delorean conducen ya directamente a paraísos musicales, superando el mero viaje, lucen más en esta última etapa que ha marcado Subiza, algo tropical y calida, menos oscura.



Esos fueron los temas que más ganaron en directo, pero la decepción llegó con la cuarta del repertorio, la esperadísima y magnífica "Deli" que, rompiendo la tendencia, defraudó en directo. La acústica empeoró notablemente para Delorean, la voz de Ekhi no consiguió compactarse casi en ningún momento con el resto de sonidos, por otra parte siempre impactantes. Ni siquiera a los más incondicionales de la banda se les ve corear las letras, sin embargo, casi todo el público parece responder con familiaridad a las melodías, tarareándolas y haciéndolas suyas.
De lo mejor de la noche para Delorean, la batería de Igor que sí ayudaba a estructurar el conjunto, las intros musicales y los prolongados finales de temas, que enlazaban en ocasiones con el siguiente, plagadas de subidones disco de la mano de los sintes, teclados y guitarra. Comparo a Delorean con un recuerdo de su tierra, Zarautz, la primera vez que estuve allí, a las pocas horas y con la inocencia de quien conoce el mar de Levante, no me llegaba el agua por las rodillas cuando me absorbió literalmente una ola, dándome no sé cuántas vueltas y estando dos o tres días sacándome arena de la cabeza. El sonido de Delorean es así, tímidamente, te arrasa y, si eres aficionado a las emociones fuertes, te engancha. Te provocan esas sensaciones de algo que te gusta tanto, que casi te da miedo o te duele, como la playa de Zarautz.
Hasta cuatro temas más completaron la escasa hora de concierto de Delorean, ya al final, cuando Ekhi intentaba agradecer e introducir el que sería el último, se hicieron todavía más perceptibles las deficiencias técnicas que empañaron la actuación del cuarteto, provocando ruidosas quejas de una audiencia que no logró entrar en la oleada. Esperamos que su intensa actividad internacional les permita recalar de nuevo pronto en Madrid y mejorar la resaca que dejó la pasada noche.
Mientras tanto, quedamos emplazados a la llegada de Triángulo de Amor Bizarro y Klaus&Kinski próxima entrega de los conciertos Pop&Dance.

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